viernes, 6 de junio de 2008


Ayer,
Caminando por la playa
He atisbado unos delfines.
El sol marcaba mi tarde en el horizonte,
La marea estaba limpia,
Sus cuerpos eran enormes,
Oscuros,
Fornidos.
Saltaba sobre las olas como unos dardos gigantes;
El agua verde y trasparente
Escurría de sus cuerpos de manera perfecta,
Todos arremetían en su tarea de perseguir un alimento invisible,
Peces dorados, veloces, pequeños
Hacían que estas majestuosas criaturas
Cruzaran, como proyectiles, las olas
Alzadas cual manos gigantes tratando de agarrar aquellos cetáceos oscuros.
Yo contemplaba el milagro de la vida,
La arena se derretía en mis pies,
Los barcos se alejaban de la orilla,
La isla se hundía en la noche;
Un pequeño lucero asomaba sus destellos en el azul pizarra de la tarde,
La bruma tomada de frío, poco a poco vestía la playa,
Los delfines saltaban concentrados
Haciendo círculos en el espacio y remolinos en el agua.
La vida cobrara sentido,
Las gaviotas miraban concientes.
Mi bastón ya no me sostuvo,
Todo estaba en su lugar,
La luz del sol,
La espuma del mar,
Aquella trasparente liviandad de mi alma…
Y los delfines oscuros
Reflejados en mis ojos
Esa tarde
En la playa de Ensenada.

No hay comentarios: