viernes, 6 de junio de 2008

Anno novo...



fotografia: yolanda garcia ferrer







Apenas faltaran unas horas para que se termine este año. Anoche repasaba los meses, uno a uno y la verdad es que si los contara cual relato, ni el realismo mágico de García Márquez, ni la ficción de Borges o de Boy Casares me cabrían allí. Mi corazón este año a cabalgado por las esferas de los sentimientos mas disímiles. En un año he envejecido tres siglos y conjurado mi experiencia cuánticamente, pero solo hoy, treinta y uno de diciembre, se porque ocurrieron de esta manera las cosas y no de otra. Todo es culpa del amor (mi hermana arrugaría la cara y se voltearía a fumarse un cigarrillo incrédula de mi afirmación, pero esto es cierto). No puedo mas que pararme en esta orilla y escuchar las campanas de la iglesia de la plaza de Lavapies y saber que mi destino esta prefijado por los deseos de mi alma y de mi corazón.
El amor…materia pendiente, el amor, anhelo secreto, el amor, desconocido, apenas visto de soslayo en otros, imaginado, el amor ¡cuantas mentiras tejidas en su nombre!, el amor bien suntuoso, el amor, todo el amor, sacrificio, humanidad, despojo, el amor, iluminación, apertura, certezas, lucidez…el amor que es verdad, entrega y también confianza, ese que va emparejado, de la mano, sin sentirse desechado, amor bonito, amor eterno, amor puro como niño, amor rojo, amor apasionado. El amor en su dimensión, en su estatura, en su labor de amor.
Muchas veces, a través de muchos años, he sentido que este mundo no es el mío y que en cualquier momento esta humanidad que articulo pesadamente partirá para vivir en su verdadera orbita planetaria, así que pedí, con ferviente deseo, que antes de partir definitivamente convirtiéndome en otra energía y girando cual planeta, la vida me concediera el don de conocer el amor. Emprendí viaje sin estar preparada, sin ser avisada, sin manual, sin ni siquiera el nombre de mi puerto. Partí simplemente y fue un viaje esquizofrénico, doloroso, peligroso. Abandone mi soledad para transitar estos escarpados senderos, donde un cúmulo de sentimientos se forjaron a pulso y tacto y este año era el año final de estas pruebas que habían comenzado hacia tres años, o mas, no se, ante el hecho mas fracturado y menos fundamentado de mi vida sentimental. Este año transcurriría lleno de sucesos para saber si mi corazón estaba preparado para conocer el amor y ser amado en la verdad.
Si soy sincera, nunca crecí tanto y nunca hasta hoy sufrí tanta inclemencia, mi cabello blanquecido y mi piel dan muestras de mi lucha. Mi música adquirió una oscuridad aterciopelada, la oscuridad de los bajos fondos por donde ebria de desconcierto me arrastre. De aquella mujer que salio un día de su casa, aburrida, asqueada del confort, insatisfecha, ya no queda nada…otra persona ahora camina sus caminos, otra persona va naciendo. El amor se me presento de muchas maneras, todas me conducían al mismo gesto “el perdón”, todas me negaban lo mismo “la superficialidad”, el amor me obligo a trabajar en mis falencias, me coloco de rodillas ante mis inferioridades. Yo rabiosa renegué de el, le escupí el rostro y el amor me tomaba de la mano nuevamente y me montaba en su tren, sin discutirme pero con firmeza, sin contradecirme pero con voluntad. Cansada de sufrir me replegué y el amor hizo lo que corresponde al amor hacer, llego, toco mi puerta cerrada, yo no abrí, volvió a tocar y se quedo paradito allí esperando por mi y me decía con voz tranquila, te esperare…esperare a que me recibas, estoy aquí, veme, tócame, soy yo…y yo desde el otro lado de mi puerta temblaba, me retorcía, me angustiaba, quería y no quería, así que me invente un cuento para medio abrirle la puerta y estire mi brazo y lo toque con mi lenguaje, el amor se estremeció y siguió paradito allí, muy educado, muy en su papel de amor verdadero. Yo al otro lado de la puerta caminaba, me peinaba, me sentaba y escribía…el paradito sin mirar a ningún otro lado, sin esperar más que yo abriera la puerta, rezando, rezando por mi.
Hace nada le abrí la puerta, el muy bellamente entro, iluminando con su cuerpo de amor estos días, trayendo un fluido increíble, un olor, un sabor a todo. El azul de este cielo me reflejan un mar y la ventana es un espejo, ahora que el esta en mis habitaciones no quiero partir de este mundo y mis dolores desaparecieron, solo son hojas que marcan un antiguo almanaque. Se que aun no he aprendido del todo y que me hace falta lidiar con mis torpezas (el amor me remite a mi misma siempre) pero no se, el esta aquí, dice que no se ira, que ha venido para quedarse en mi vida, yo lo miro y lo disfruto, trato de acostumbrarme a esta vida nueva, aun es muy pronto, pero ya los actos de magia me suceden y la música brota y brota como manantial. Mi viaje esta terminado, estos catorce días serán de organización, hay mucho que empacar y muchas cosas que tirar…el amor me arregla la maleta y yo lo miro feliz hacer conmigo lo que le da la gana. Esta noche, cuando suene el cañonazo, le abrazare agradecida por que mi vida tiene un sentido: el sentido del amor…




Neiffe Peña

Del libro: Orillas

1 comentario:

garcia dijo...

anno novo que te permite seguir haciendo tu trabajo de sirena, encantar corazones