lunes, 6 de octubre de 2008





Hubo un tiempo en que me acosté con una mujer Pez
Su boca me absorbía golosa y ávida
Me gustaba cuándo apartaba mis piernas y mordía con su gran boca mi vulva
Sus ojos me reflejaban acuáticos.
Anduvimos semanas y semanas por diferentes mares
Cuevas oscuras y sensuales,
Playas abiertas y fecundas.
Las noches eran a veces estrelladas y veíamos los cardúmenes pasar
Mientras nosotras arrastradas y húmedas
Hacíamos el amor entre corales desovando corrientes por nuestros magníficos vientres
Mi novia Pez, a veces
Soltaba miles de burbujas por su sexo
Entonces se quedaba muy tranquila
Y se restregaba de mi cuerpo en completo éxtasis
Otras, me rodeaba y mordisqueaba mis piernas succionando mis pies lentamente
Hasta hacerme soltar dulces líquidos seminales
que se perdían en las aguas azules de los mares.
Su corazón era frío (igual que el mío),
Su cola plateada (cual cartera de vestido de noche) brillaba sinuosa y tornasolada.
Era su placer enredarse entre mis piernas mientras yo nadaba muy cerca de la superficie,
No me enamore de ella porque ya mi alma había olvidado sentir…
Y en realidad las mujeres Peces no me interesan mucho
Prefiero a las mujeres Oso porque invernan y son enormes
Me aprietan hasta ahogarme
Y tienen senos peludos y espaldas verdes,
Comen frutas hasta oler a flores
Y sus hijos son hermosos y lamen miel de las colmenas
Las mujeres Oso son calidas y brutales,
Pero mis preferidas son las mujeres Gato
Una vez casi muero de arañazos y deliciosos mordiscos por una Gata callejera
Los médicos en el hospital me salvaron a duras penas,
No mas salí de allí me fui a los tejados nuevamente
Rogándole a esa Gata que me lamiera con su carrasposa lengua.
Ella me miraba con un agudo verde azulado y me enseñaba los dientes
Se acostaba de panza y me invitaba a acariciar su pelaje
Para luego morderme furiosa.
Me encantaba esa Gata que no me quería
Ella estaba enamorada de un viejo gato bizco con manchas negras y amarillas
La verdad nunca supe porque lo prefería si era un viejo gato
Que ya no dominaba ni la absurda sutileza de sus sueños
Pero ella se fue con el a una vieja ciudad llena de tejados
Y me dejo sola bajo la luna, sintiendo la ausencia de sus ojos y su boca
A la orilla de ese mar
A expensas de las mujeres Peces, Osos, Hienas y alguna que otras Arañas

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