jueves, 10 de mayo de 2012

Mamá

Olga Rosa nació a la orilla del Orinoco, sobre una hoja de plátano pues mi abuela era una india Pemón, allí mi abuela parió a sus dos hijas. Las niñas crecieron bajo las hojas de tábaco, en una finca gobernada por mi bisabuela Canaria llamada Cayetana, quien las sometía a una esclavitud explicita. A los doce años, descalza, se interno en la selva para buscar su independencia. Contaba mi madre que un día la pico una culebra, ella creyó que era su fin y se recostó al pie de un gran árbol. Desperto cuando un hombre le chupaba la herída para salvarle la vida. Volvio a quedarse inconsciente, para luego despertar sin ningún síntoma de envenenamiento y con un manojo de hojas como vendas. Llegó a Maracay y comenzó a planchar Liqui-Liquis para sobrevivir. Se junto con mi padre ya “madurita” (veintisiete años), se caso para burlarse de la Iglesia católica, ella no creía en esa institución, aunque era devota de San Judas Tadeo y de las Animas Benditas. Controlo sus embarazos, aunque mi hermana mayor fue una sorpresa.Alegre, independiente, fuerte y cariñosa, tenia un alto sentido de la honestidad y un inquebrantable sentimiento de lealtad hacia sus amigos. Era políticamente de avanzada pues creía en el cambio y en la fusión entre la productividad y la justicia social. Nunca se pudo poner pantalones, allí era donde llegaban sus limites, pero tomaba whisky y fumaba cigarrillos Windsor. Tenia sexo con mi padre de día porque no compartían la misma habitación, así como no compartían ciertas maneras de ver el mundo, pero ella lo quería. De cariño lo llamaba por su apellido, le aguanto toda clase de exabruptos y lo acompaño hasta que la muerte le hizo la jugada a sus cuarenta y tres años. Murío de una enfermedad incurable que le dio de niña por vivir en el monte, sin mas protección que el cielo y las estrellas, como tantos niños venezolanos y latinoamericanos, eso no a cambiado para nada. Mi madre me hace falta con la misma intensidad como cuando partió. Lo que soy se lo debo a ella. Aun recuerdo como me encantaba su carcajada alegre o sus bromas con mis amigas o para con nuestros vecinos. También recuerdo su olor y la suavidad de sus rizos canosos. Era una buena persona y una gran mujer, que hizo lo que pudo por heredarme esta tremenda forma de amar que llevo en el corazón…tesoro que me lego bajo su abrazo y los colores maravillosos que plasmo en mi memoria para siempre. Era una mujer altiva he inteligente, consiente de su procedencia y agradecida con la vida. La vi llorar muy pocas veces, nunca se quejaba. Siempre miraba el futuro con esperanza y certeza. Sencilla y silvestre cantaba con gusto y bailaba con ritmo. Maravillosa cocinera, de sus fogones salía una Lapa jugosa o un Cachicamo en su concha sin envidia de la mas alta cocina del mundo. Sus arepas y su sopa de pollo jamas se irán de mi memoria, cascara perfecta, olor a cilantro é monte. Donde quiera que estés, te deseo lo mejor Olga, por esa luz que brillo en tu bella sonrisa, por esa música que sembraste en mi alma y en mis manos en una mandolina que me restauraron en México. Aquella vidente argentina tenia razón, yo vine a México a curar a mi niña herida, abandonada, huérfana… por esa antorcha de amor que me regalaste para siempre… una Rosa para tu memoria. Tu hija Neiffe

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